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Renovación low-cost para 2022: la pared de acento

Con la llegada del Año Nuevo, a todos nos dan ganas de hacer algo con nuestro hogar: bien puede ser arreglar esos detallitos que llevan un tiempo molestándonos o hacer una renovación para darle una cara distinta y fresca.

El tema es el dinero, pues no siempre estamos con la holgura suficiente tras la famosa cuesta de enero. Así que pensemos en un movimiento inteligente y de bajo presupuesto: pintura.

Sin embargo, esta vez no hablaremos de repintar toda la casa, sino de tomar uno de los muros de cada habitación y convertirlo en el protagonista, llevando la atención de las miradas hacia él; una tendencia low-cost que se conoce como pared de acento.

¿Cómo crear una pared de acento?

Primero hablemos de cuál elegir. La forma más común para seleccionar la pared que harás destacar es tomar la primera que ves al entrar a la habitación; así te aseguras de una “primera impresión” potente.

La segunda opción es elegir la pared que tenga un elemento arquitectónico, como una chimenea o columnas. El consejo es seleccionar un muro que tenga buena iluminación y se encuentre despejado, sin una pila de muebles que le roben el protagonismo al color.

Las más comunes son:

  • Sala: la pared donde está el sofá o, si no está muy saturada, donde está el televisor
  • Dormitorio: donde está la cabecera
  • Cocina: la que recibe luz solar directa

¿Qué color elegir para una pared de acento?

Antes de sacar tu paleta de color, recordemos que los colores cálidos “acercan” las paredes, por lo que no son lo más recomendable para habitaciones pequeñas (a menos que busques hacerlas lucir aún más acogedoras).

Mientras que los colores fríos “alejan” los muros y les dan una sensación de profundidad, por lo que utilizarlos en un salón amplio terminaría haciéndolo sentir vacío y poco acogedor.

Si optas por tonos oscuros, asegúrate de que la estancia reciba suficiente luz solar o terminarás oscureciéndola. Si no tiene la iluminación natural suficiente, mejor piensa en tonos claros o medios.

La apuesta más segura suele ser los neutros, como grises, tostados y tierras, debido a su facilidad para combinar con cualquier otro color y que evitan las sensaciones de saturación.

Y para mayor seguridad, puedes seguir la regla del 60/30/10, que implica elegir un color dominante para la habitación y utilizarlo en el 60 por ciento de ella; luego un color secundario que ocupe el 30 por ciento y el 10 por ciento restante lo destinas a un color de acento.

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